Colgaba el silencio de sus ramas,
y las pupilas fusionadas en un suspiro,
nadaron mar adentro,
sumergiéndose en aguas profundas
de lágrimas de hielo fundidas en la mirada.
Se abandonó al vaivén de los pensamientos,
se deshizo para poder ver el horizonte,
y las piedras le indicaron el cielo,
donde habitan los relámpagos torcidos de quemante luz,
donde las distancias no han escuchado aún
el susurro del viento en la bóveda celeste.
Y corrió sin pasos,
como si las fronteras nunca hubiesen existido,
y el aire respiró sus palabras,
convirtiendo el cosmos
en un manantial inagotable
de amor que manaba sin medidas,
sin remos, sin barca, sin agua.
Entonces comprendió,
Y se comprendió...
( Ada Luz MR)
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