Se nubló para ver más claro,
desapareció entre la niebla densa
que abrigaba sus huesos;
se sumergió en su ceguera blanca
donde todo es silencio,
donde Nada se cubre de Todo.
Allí,
bajo su nostalgia infinita
de recuerdos flotantes
y futuros delirantes,
se abrazó lentamente
a las raíces del paisaje onírico,
cerrando los ojos
ante las miradas camufladas
que habitan en los bordes del camino,
atrapadas
por sus propios candados,
sin llave
que abra las puertas de su destino.
Las observó mientras sonreía,
mientras deliró
entre la multitud
de sueños de ojos abiertos,
desde los que miraba,
desde los que vivía
invocando a la oscuridad
a sumarse a sus pasos descalzos
en el suave caminar
de la etérea levedad.
( Ada Luz MR)
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