¡ Señores del Imperio infame,
a vosotros va mi canto!
Venid a por nuestras lágrimas
que hacen florecernos los brazos
y darnos las manos.
Venid a por nuestro sudor,
que construyó vuestro templo de terror,
que utilizáis para sellar sobres
con el trabajo y la saliva del Pueblo.
Venid a por nuestra piel indignada
que pulió cada despacho indigno,
la piel curtida, a poro descubierto,
la piel de las calles, de las plazas, de los campos,
que se eriza a oleadas en una marea imparable.
Venid a por nuestros pies descalzos,
amarradlos aún más fuerte,
nunca nos encadenaréis las alas,
la Historia las cosió a leña ardiente
a nuestras curtidas espaldas.
Venid a contarnos mentiras,
que nosotros os cantaremos las verdades,
en una sola voz en millones de tonos,
frente al descaro
de vuestro silencio conspirado,
un sólo mundo
que ya no se cree vuestras fronteras
que ya no se cree vuestras banderas.
El “Divide y vencerás”
que sembráis desde hace Siglos
ya os viene de vuelta,
no os asombre un día
sentir el mordisco de la semilla
en vuestros propios dientes.
¡Venid, señores del espanto!
Venid a ofrecernos pesadillas
disfrazadas de sueños,
duros por pesetas
que ahora cuestan un Euro,
y que os bailemos el agua
que corrompéis impunemente
sobre nuestros alimentos.
Y decidnos que obedezcamos
por nuestro bien,
que siempre fue el vuestro.
Nosotr@s os haremos saber
cómo un sólo grito de Libertad
os puede llegar a estremecer
y tambalear la cumbre
de vuestra pirámide mortífera,
hasta el último hilo de corbata
de vuestros cuellos,
fabricadas con la mano de obra
esclava de niñ@s.
¡ Venid, señores de pesadilla!
Aquí estamos! No perdemos el paso!
Que vuestros bolsillos tiranos
nunca podrán comprar
la luz de nuestros corazones.
Caminando huellas
vamos al Mundo que nace,
por los senderos que arrasáis,
dejando que las estrellas nos guíen,
calzados de horizonte,
a paso firme, herman@,
sabiendo que podemos perdernos;
sabiendo que si no caminamos unidos,
estamos perdidos.
¡ Venid! A contemplar el resurgir
de lo que creíais muerto,
la tierra late con nosotros
y el reloj del cambio trae consigo
la hora que venimos alumbrando...
Hora de devolver a la semilla
su florido abrazo;
hora de regresar para avanzar;
hora de mirar dentro y sacarlo fuera,
hora de enterrar los puños
y darnos las manos;
hora de romper las horas
y crear un nuevo ahora.
Es hora...
( Ada Luz Márquez)
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