Me mudé de habitación
la noche siguiente a tu despedida,
al tiempo que mudaba de piel.
En aquella hicimos el amor,
en esta me rehago a mí misma.
Los suspiros y aullidos traspasan las paredes,
tu olvido se hace muro de carga
y sostiene el desierto mortal
de la sábanas
que ya no huelen a ti.
El reloj sigue marcando las diez y cuarto,
el sol sigue llegando a las siete y media
y tú vendrás a las nunca en punto.
-Ada Luz Márquez-
-Ada Luz Márquez-
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