Te diré
que tengo miedo
a comenzar este poema
porque sé que este bolígrafo
me lleva mar adentro
inevitablemente.
Que instalaste tu hogar
en el nido de mi pecho
que la chimenea sigue despierta,
y que lucho por ahogar su fuego,
que uso las garras y los dientes,
pero acabo incendiándome
en el intento.
Te diré
que quiero quemar tus fotos,
calcinarlas, hacerlas ceniza,
las mismas que miro a cada rato,
no para recordarte,
sino para lograr dejar de hacerlo.
Te diré
que subo el volumen de mi guitarra
para no escucharte susurrar en mi oído,
pero tu voz se me cuela
en todos los acordes
y la siento danzándome pases mágicos
entre las cuerdas.
Que me llaman todos tus ecos,
y simulo no escucharlos
para que se marchen,
pero gritan aún más fuerte.
Es inútil callarlos,
es absurdo taparme los oídos
porque vienen de dentro.
Te diré que, sin quererlo,
o tal vez queriendo,
te voy dejando besos en los vasos,
que me quiero beber tu recuerdo
y el café me sabe a tus labios.
He dejado de tomarlo.
Ahora me bebo a sorbos los insomnios,
hasta que caigo dormida
harta de soñarte.
Que el silencio
tiene tu color de ojos
y que todos los diccionarios
(también el de sinónimos)
llevan tu nombre.
Que cierro fuerte los ojos
para no verte,
pero es inutil la venda de párpados,
porque siempre te encuentro
en todas partes.
Te diré
que adelanté un Siglo el calendario,
pero los meses conspiraron en espiral
y el tiempo avanzaba más y más
hacia el ayer.
Te diré
que te odio profundamente
casi casi tanto como te amo.
Que me dueles tanto
que me anestesio las heridas
con los poemas que dejaste
tatuados en mi piel.
Que me lates tan hondo
que tendré que sacarme el corazón
para dejar de sentir
tu mirada
tu risa
tu boca...
Tu ausencia.
Que quiero escribirte
¡ que no quiero escribirte!
aunque eso sea mi cruz
y mi Norte,
mi balsa
y mi naufragio.
Te diré
que cuando acabe este poema
sé que me espera mi muerte
si no son tus brazos
los que me esperen
al final del último verso.
¡Por favor que se acabe!
Que no,
que no se acabe
la tinta
en el último
beso.
≈ Ada Luz Márquez ≈
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