Un libro conserva la magistral paciencia de un árbol. Puede esperar toda la eternidad a que claves tus ojos en él, a que le ames.
Ese libro llevaba más de una década esperándome. Soportó innumerables cajas de cartón, inundaciones, oscuridades de sótanos, cenizas de Ave Fénix, olvidos melancólicos y recuerdos casi olvidados..
Siempre supe que él estaba ahí, él siempre supo que un día iría a buscarle... Y cuando por fin vencí mi miedo y me atreví a tenerlo entre mis brazos, latió, conmigo dentro de él...
Y al abrir la primera página , nos miramos a los ojos, más allá de las palabras, más allá de las hojas amarilleadas...
Y comprendí que siempre permaneció junto a mí, paciente y silenciosa, una llave maestra capaz de abrir los candados de mi alma, ahondar en el Océano más profundo de mi cicatriz, y acariciarla...
(Ada Luz Márquez)
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