Alguna vez he sentido mis dedos aferrados al bolígrafo, como aferrándome a la Vida...y me salvó, siempre me salvó...
Me arrancó las palabras del alma y las liberó del ensordecedor silencio. Sanó mis heridas con su lenguaje colectivo, con sangre de tinta que nació de la misma que corrió por mis venas, manando Vida....
Y con su grito florecido me protegió de letras de espanto, ahuyentó puñales disfrazados de tildes y conservó los acentos a los recuerdos permutables, que se acuarelaron en algún rincón nostálgico de esta hoja en blanco..
Caminó de mi mano, letra a letra, pluma a pluma, construyendo puentes desde mis huellas dactilares hacia mundos lejanos dentro de mí, rumbo a miradas cómplices de un mismo canto.
Y en cada giro de letra nos hicimos peonzas, impulsándonos a rodar sobre distintos terrenos, acariciando a nuestro paso todas las texturas imposibles.
Alguna vez fue el bolígrafo quien se aferró a las palabras y caí con él...para salvarle...para salvarme.
( Ada Luz Márquez)